Las
Carmelitas Descalzas,
somos
mujeres consagradas a Dios, que queremos “VIVIR
EN OBSEQUIO DE JESUCRISTO”,
al servicio de la
Iglesia a imitación de la Virgen María.
Acogiendo
el llamado de Dios, queremos hacer de nuestra
vida una aventura de unión con ÉL y con todos los hombres,
a través de la oración. Y desde un amor grande a la
Iglesia y por las exigencias del carisma teresiano, orientar
nuestra consagración y entrega por el bien de la Iglesia y de
todos los hombres.
Es
por ello que la Carmelita ha de ser una persona valiente y audaz,
que quiera correr el riesgo de la fe y vivir con alegría y
generosidad la aventura maravillosa de la entrega incondicional a
Dios, en la que no se mide el propio don, ni se teme el
sacrificio.
La Carmelita es una mujer sensible al dolor de sus hermanos, que
lleva en sí “el clamor de los pobres”.
La
Carmelita es una persona feliz porque “quien
a Dios tiene nada le falta”.