Hay un PLAN DE AMOR:
comunicativo, expresivo, efectivo, de la iniciativa de Dios. De
Él proviene la elección: La LLAMADA.
La RESPUESTA
sí es
nuestra, ya que hay una inclinación hacia un ideal, un deseo de
alcanzar la plena felicidad, que no se puede lograr sino por el
camino del amor. |
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La VOCACIÓN
se
hace manifiesta en cada persona y la hace protagonista de una
decisión libre, pero sin divisiones, que le permitirá descubrir y
realizar un proyecto de vida, en el cual se consagra, llevándolo a
contribuir de manera particular en una misión.
Hay una misión, una invitación, una opción.
UNA MISIÓN:
continuar el proyecto de Dios, que Jesús nos dejó en el Evangelio,
seguir anunciando la Buena Noticia, siendo cristianos auténticos,
miembros de un mismo cuerpo, unidos en el amor.
UNA INVITACIÓN:
a vivir fraternalmente en comunión, a ser fermento, a ser luz, a
servir.
UNA OPCIÓN:
una respuesta concreta y especial que definirá la vida de la
persona y la hará profundizar en la fe, en la identificación plena
con Cristo.
La VOCACIÓN CARMELITANA
hace brotar del corazón la bondad, la verdad, la belleza, la
esperanza, la alegría, la paz. Hace que la vida se eleve a una
profunda relación de amistad “con quien
sabemos nos ama” y con nuestros hermanos, en un
compromiso único: EL AMOR, como familia y como “colegio de
Cristo”. |
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¿Qué hacer ahora?
Empieza a cultivar tu comunión con Jesús, para
que, como San Pablo, puedas decir: “No vivo yo, sino que
Cristo vive en mí. Todo lo que vivo en lo
humano se hace vida mía por la fe en el Hijo de Dios, que me amó y
se entregó por mí”
(Gal 2,20).
Todo consiste en dejarse llevar por esa misteriosa
comunicación, que anima y motiva a emprender un hermoso camino.
¿Quieres descubrir ese CAMINO?
¿Te atreves?
Dios hace la obra, sólo necesita de gente como TÚ,
que dé el Todo por el TODO, que se deje guiar por Él con confianza
y gozo. |