Al final, hacemos una breve visita al
Santísimo en la capilla y nos retiramos a nuestra celda.
A partir de las 2:15 p.m. realizamos nuestra
Lectura Personal, la cual nos va
nutriendo e interpelando, y nos abre nuevos horizontes. A las 3:00
p.m. rezamos la Hora Nona
y
proseguimos con nuestros trabajos.
A las 4:30 p.m. rezamos
Vísperas, y nos preparamos para la
Eucaristía,
momento culminante de un día vivido en el Carmelo, pues allí nos
unimos sacramentalmente a la Pasión, Muerte y Resurrección de
Jesucristo, en comunión con toda la
Iglesia. Después, tenemos nuevamente una hora de
oración personal
para rumiar la
Palabra. Culminamos con el Ángelus. Los Domingos, solemos dedicar
esta hora a la Lectio Divina
en Comunidad, la cual vamos preparando cada una durante la semana.

Tomamos la Cena, y tenemos la hora de
recreación comunitaria. A las 7:40 p.m. rezamos el
Oficio de Lecturas, que nos
prepara para la Liturgia del día siguiente. A las 8:00 p.m. nos
dirigimos a la celda, y tenemos una hora más de
estudio.

A las 9:00 p.m. nos juntamos en la capilla para el rezo de
Completas, última oración
litúrgica del día. Al concluir, el repique de la campana nos
convoca nuevamente al silencio, y nos retiramos a nuestra celda.
Entrada la noche, cada una sigue alabando a Dios en su corazón;
incluso con el descanso. Para la Carmelita no hay ocupación que la
pueda apartar de ese diálogo continuo con el Señor. Todas las cosas
y acontecimientos nos han de llevar a Él,
principio y fin de nuestra vida.