Mujer emprendedora, Teresa asume el reto y el compromiso, desde lo
que es y cree, desde lo que puede y desea,
de hacer presente a Dios en un mundo convulsionado.
Dotada de suficiente capacidad para pensar concientemente, para
encontrar el sentido de la vida, disponiendo de una adecuada jerarquía
de valores y haciendo uso de ella, Teresa, dará testimonio de su
fe, asumiendo con determinación el proyecto que Dios le propone y
desde Él y con Él, arriesgará todo para llevarlo acabo.
Como persona inteligente, Teresa conoce sus limitaciones y
contrasta sus ideas con personas capaces de aportarle luz o
sugerirle otros caminos. Predominantemente práctica, elige las
soluciones más realistas en los momentos más comprometidos.
Su riqueza afectiva hace de ella, una mujer pasional, que acertó a
amar y que demostraba interés e ilusión por todo. Teresa es espontánea,
abierta y franca. Emocionalmente estable, estabilidad que se genera
en la puesta en armonía de su persona en relación con Dios y con
el entorno. Objetivamente optimista, Teresa es activa, alegre,
amistosa, etc., en una palabra humana. Teresa, la mística sabe
decir al mundo que “Sólo Dios basta”. Su palabra profética,
interpelante es hoy más actual que nunca.
Sin grandes pretensiones, pero desde su verdad, Teresa nos habla de
Dios y desde Él de la realidad del hombre, de su grandeza interior,
de su dignidad de persona. Desde esa realidad impulsa al hombre a
“determinarse”, a vivir desde una opción. Y la opción por
excelencia para Teresa es Dios, su relación con Él desde la Oración.
Oración que es, momento de encuentro, donde el horizonte de la vida
humana se dilata al infinito, como infinito es Dios para emerger a
la historia involucrándose, haciendo de la propia vida, la
oportunidad que se tiene de manifestar la misericordia de Dios y los
criterios de su Reino.